AMAR CON LAS MANOS

AMAR CON LAS MANOS

 

detalles-de-la-vida

Esta semana mientras conversaba con un amigo recordé una historia que había escuchado en el verano.

Una persona compasiva, viendo que una mariposa luchaba por liberarse de su crísalida, y deseando ayudarla, con mucha delicadeza soltó los filamentos, para formar un agujero. La mariposa fue liberada, emergió del capullo, y aleteó a su alrededor, pero no podía volar. Lo que la persona compasiva no sabía era que sólo a través de la lucha por nacer pueden fortalecerse las alas lo suficiente para volar. Su abreviada vida transcurrió en el suelo, jamás conoció la libertad, jamás vivió en realidad.

Yo llamo a esto aprender amar con las manos abiertas. Es un aprendizaje que me ha sobrevenido lentamente y que ha sido trabajando en los fuegos del dolor y en las aguas de la paciencia. Estoy aprendiendo que debo liberar a quien amo porque sí oprimo o me adhiero, o trato de controlar pierdo lo que intento retener.

Si yo quiero cambiar a alguien que amo porque siento que sé como debería ser esa persona, le robo un precioso derecho, el derecho de asumir siempre que impongo mis deseos o mis necesidades o trato de ejercer poder sobre otro, le robo la plena realización de su crecimiento y de su madurez. Limito y sofoco mi acto de posesión, sin importar cuan amable sea mi intención. Yo puedo limitar y herir con los actos más amables de protección o de preocupación y le estoy diciendo a la persona muy elocuente y sin hablar “ Eres incapaz de cuidar a ti mismo, yo debo proteger porque eres cosa mía. Yo soy responsable de ti”.

Mientras aprendo y práctico más y más y puedo decirle a quien amo: Yo te amo, te valoro, te respeto y confío que puedas tener o puedas desarrollar la fortaleza, para llegar a ser todo lo que es posible que seas sin que yo interfiera en tu camino. Te amo tanto que puedo darte la libertad para caminar a mi lado en alegría o en dolor.

Compartiré tus lágrimas pero no te pediré que no llores. Responderá a tus necesidades, te consolaré y te daré afecto pero no te llevaré del brazo cuando puedas caminar solo. Estaré dispuesto a estar contigo en tu dolor y en tu soledad, para que puedas suprimirlos de ti. Me esforzaré por escuchar lo que quieres decir pero no siempre estaremos de acuerdo.

Algunas veces tendré rabia y cuando esto ocurra te lo diré abiertamente de modo que no se resienta la amistad por las diferencias. No siempre puedo estar contigo para oír lo que tienes que decir, pues hay ocasiones en las que yo tengo que escuchar y cuidar de mi mismo, y cuando esto suceda seré tan honesto contigo como pueda serlo.

Estoy aprendiendo a decir esto, ya sea con palabras o a través de mi modo de ser con los otros y conmigo mismo, con quienes amo y a quienes me consagro. Y llamo a esto amar con las manos abiertas.

No siempre puedo mantener las manos lejos de la crisálida, pero poco a poco voy mejorando.

Ruth Sanford